¿Qué haremos con los Puentes de Piedra y de Hierro?

Se acerca el fin de las obras del Puente de Piedra de nuestra ciudad, que debería reabrir en marzo.

En nuestro colectivo aún estamos digiriendo los efectos temporales del cierre de este puente. El principal, a nuestro criterio, ha sido la entrada de mucho más tráfico a motor en la C/ Sagasta (continuación del Puente de Hierro), y a mayor velocidad que en la situación anterior. Afortunadamente no ha habido ningún accidente o atropello (que sepamos), pero sí está claro que el disfrute peatonal ha empeorado en la C/ Sagasta por la retirada de los badenes reductores de velocidad y por el mayor tráfico registrado.

Algunas vecinas de la zona nos refieren exceso de velocidad y de tráfico sin controlar en esta calle (teóricamente limitada a 20 km/h) y que no se ha dado oportunidad real al uso de la calzada por los peatones, a pesar de que la señalización como zona residencial teóricamente permite caminar por toda su anchura. La ausencia de elementos físicos que fuercen una reducción de la cantidad de tráfico y su velocidad ha generado una intervención fallida, en la que muy pocas personas a pie emplean la calzada, por la abundancia de vehículos a motor a elevadas velocidades.

Vídeo de la C/ Sagasta el 16 de junio de 2020 tras la intervención para convertirla en «calle residencial». No cuenta con elementos físicos de reducción de velocidad, ni con limitación de flujo del tráfico a motor, de manera que no ha funcionado como se esperaba.

Esto, en una zona céntrica como el Casco Antiguo, que constituye un punto de interés para la ciudad al completo por su lustre comercial y de hostelería (aunque lleva años perdiendo habitantes), nos parece un retroceso, que perjudica a uno de los principales centros de atracción comercial, de ocio y turístico de nuestra ciudad al hacerlo más desagradable, y por tanto a todos los habitantes de la ciudad, no solo a los del Casco Antiguo. ¿A quién le gusta el ruido, los gases y pasear entre coches?

Compartimos las preocupaciones de las asociaciones de vecinos del Campillo y San Antonio respecto a la necesidad de garantizar comunicación cómoda y eficaz en autobús. A este respecto, debemos manifestar también la necesidad de establecer también conexiones directas, atractivas, seguras, y cómodas a pie y en bicicleta, que parecen olvidadas en esta demanda vecinal.

Pero debemos rechazar el criterio de permitir la vía más directa al coche, reabriendo en las mismas condiciones el Puente de Hierro y el de Piedra. Esto supondría perder una oportunidad para la pacificación del tráfico, y así mejorar la accesibilidad peatonal, ciclista y de transporte público desde el Campillo y San Antonio hacia el centro, así como para reducir la cantidad de tráfico en C/ Sagasta (y el Espolón) y por tanto reducir los niveles de ruido y mejorar su atractivo residencial y comercial.

La C/ Sagasta durante una apertura temporal al disfrute peatonal, el 29 de agosto de 2020.

Durante las obras del Puente de Piedra, se colocó señalización que invitaba a los conductores a emplear el Cuarto Puente como desvío, pero solo se ha atendido de forma efectiva durante los cierres temporales del Puente de Hierro.

Breve vídeo de una apertura temporal del Puente de Hierro al uso y disfrute peatonal y ciclista, el 6 de mayo de 2020.

Los tiempos de trayecto en coche son similares

Tras un análisis rápido, las diferencias de tiempo en coche entre usar el Cuarto Puente o el de la autovía A-13 en los recorridos desde el Campillo y San Antonio hacia la orilla Sur del Ebro son mínimos, para la inmensa mayoría de trayectos. Rondan los dos minutos de diferencia, y en muchos casos el itinerario más corto en tiempo ya es el de estas alternativas.

Diferencia de tiempos de trayecto desde el Campillo hasta C/ Marqués de Murrieta, en coche: 2 minutos, según se use el 4º puente o el de Hierro.
Itinerarios más cortos en tiempo recomendados por Google Maps desde el Campillo hasta C/Duques de Nájera esquina Chile: la ruta más breve evita el Puente de Hierro.

A la inversa, en recorridos desde el centro urbano hacia polígonos industriales, que en algún caso podrían invitar a usar el Puente de Hierro o el de Piedra, las diferencias de tiempo también son mínimas (en el caso mostrado, un minuto de diferencia).

Trayectos desde Gran Vía al Polígono Las Cañas en coche: diferencias de tiempo de 1 minuto entre el Puente de Hierro y el de la A-13.

La restricción o el cierre del Puente de Hierro al tráfico a motor tendría impactos mínimos en los tiempos de desplazamiento en coche. Cabe plantear que este puente sea exclusivo para residentes, para labores comerciales y de reparto, y para vehículos de emergencia sin afectar los tiempos de trayecto en coche del resto de usuarios. O incluso una devolución del espacio a los peatones y ciclistas de forma más atrevida.

Los tiempos a pie son asequibles

Desde los barrios de San Antonio o el Campillo, los tiempos a pie para llegar al centro urbano son razonables: al menos el Casco Antiguo está a 20 minutos a pie. Sí podemos entender que los recorridos peatonales, por atravesar parques sin iluminación o sin mucho tránsito de personas, puedan resultar mejorables o se perciban como poco seguros.

Verde: área a 10 min a pie del barrio del Campillo. Amarillo: área a 20 min a pie, rojo: área a 30 min a pie. En OpenRoute Service.
Verde: área a 10 min a pie del barrio de San Antonio. Amarillo: área a 20 min a pie. Rojo: área a 30 min a pie. En OpenRoute Service.

Los tiempos en bicicleta son muy competitivos

En bicicleta, los tiempos de trayecto hacen accesible casi toda la ciudad y los polígonos industriales en 20 minutos o menos, desde ambos barrios.

Verde: área a 10 minutos en bici del barrio del Campillo. Amarillo: área a 20 min en bici, rojo: área a 30 min en bici. En OpenRoute Service.
Verde: área a 10 minutos en bici del barrio de San Antonio. Amarillo: área a 20 min en bici, rojo: área a 30 min en bici. En OpenRoute Service.

Para que estos trayectos a pie o en bicicleta sean realizables de forma efectiva, una condición indispensable es reducir o eliminar la presencia de vehículos a motor a grandes velocidades en los puentes de Piedra y Hierro, así como garantizar la seguridad percibida en la pasarela ciclopeatonal existente. Otra posibilidad adicional es una nueva pasarela ciclopeatonal prevista desde 2008 y que comunicaría El Cubo con las Norias, pero es poco probable que se ejecute a corto plazo.

El autobús se beneficiaría de disponer de vías exclusivas

Igualmente, para que el autobús pueda disponer de un servicio rápido y efectivo, una condición es que esté adecuadamente aislado de las condiciones cambiantes del tráfico, ya sea en el puente de Piedra o el de Hierro. Ya hemos hablado en este blog de los condicionantes que permiten ofrecer mejor servicio al autobús.

En Zaragoza ya han optado por la misma solución

Todo esto ya se ha planteado en Zaragoza: el Puente de Piedra de esta localidad, por razones de conservación del patrimonio, está reservado a autobuses, taxis y usos peatonales y ciclistas desde 2010. En el Heraldo de Aragón publicaron un monográfico con las 10 razones por las que hacer peatonal su Puente de Piedra; citamos alguna de ellas por su interés y relación directa con esta cuestión:

Tenemos una oportunidad única

Así pues, resumiendo:

  • Un cierre o restricción parcial del Puente de Hierro al tráfico a motor no supondría grandes diferencias de tiempo en los trayectos en coche, ni para los vecinos del Campillo o San Antonio, ni para el resto de la ciudad (1-3 minutos de diferencia para la mayoría de trayectos)
  • La reserva del Puente de Piedra al autobús, taxi, recorrido peatonal y bicicleta supondría mejoras de atractivo y tiempo para todos estos medios sostenibles
  • La apertura del Puente de Hierro al tráfico rodado ha supuesto molestias y ruidos para los habitantes y comerciantes del Casco Antiguo, y ha hecho más desagradable las calles Sagasta y Portales
  • Es posible conjugar los intereses legítimos de accesibilidad a vecinos y comerciantes al Casco Antiguo y la Plaza de Abastos restringiendo los accesos al Puente de Hierro a estos colectivos, sin perjudicar significativamente los tiempos de trayecto del resto de la ciudadanía
  • Una combinación de estas actuaciones con el refuerzo del servicio de autobús y con la mejora de la seguridad percibida de los itinerarios peatonales y ciclistas permitiría dar alternativas más sostenibles y saludables para los trayectos que requieran cruzar el Ebro

Entendemos que es el momento adecuado para reservar el Puente de Piedra para el autobús y trayectos peatonales y ciclistas. Y al mismo tiempo, puede aprovecharse para restringir el acceso por el Puente de Hierro a residentes del Casco Antiguo, vehículos de reparto y de emergencias.

Y así lo hacemos llegar al Ayuntamiento, a las asociaciones de vecinos del Campillo, San Antonio y Casco Antiguo, a la de Comerciantes y Hosteleros del Casco Antiguo, y a la ciudadanía en general: no podemos permitirnos, como ciudad, dejar pasar esta oportunidad. El momento es ahora.

El diagnóstico del autobús urbano: no (solo) es el precio

El Ayuntamiento de Logroño ha anunciado varios cambios en las tarifas del transporte urbano, como la subida del billete sencillo de autobús a 1 € o la bajada del Bonomés a 25 €. La propuesta procede de un estudio sobre el transporte urbano elaborado por la empresa riojana URBE Ingeniería Civil, de cuyo inicio dio cuenta el entonces concejal Francisco Iglesias en 2017 y que se dio a conocer al completo en 2019.

En este colectivo somos usuarios y usuarias esporádicos del autobús, y no tenemos formación específica sobre el asunto, así que es difícil que tengamos una opinión cualificada.

Sí podemos apreciar algunos problemas como usuarios. Por ejemplo, los tiempos de trayecto son muy largos: algunas personas que hemos consultado nos dicen que evitan el uso del autobús porque tarda demasiado, y solo lo usan cuando no tienen otro medio de transporte.

La comercialización y la información al usuario también tienen mucho que mejorar: la página web no incluye un listado de los puntos donde comprar o recargar un bonobús y tiene algún problema para mostrar los mapas de líneas.

Aunque la tarjeta bonobús se puede adquirir y recargar en numerosos puntos de venta, los abonos (como el bonomés) solo pueden adquirirse en el quiosco de la C/ Jorge Vigón o en el polígono La Portalada, lo que genera colas y esperas a los usuarios, como denuncian desde la Federación de Asociaciones Vecinales.

Pablo en la foto actual de su perfil de LinkedIn.

Hemos contactado con Pablo Urzainqui Merino, ingeniero de caminos de origen logroñés, y residente en Noruega, donde trabaja como consultor en planificación de transporte, para conocer un punto de vista profesional sobre estos cambios y la situación del transporte urbano de Logroño.


Observaciones sobre el nuevo sistema tarifario de autobuses de Logroño

Por Pablo Urzainqui Merino

Los factores principales que determinan el uso del transporte público incluyen la propia existencia del servicio (que atienda el trayecto a realizar y en el horario necesario), el tiempo de viaje (trayecto, esperas y frecuencias), la regularidad y fiabilidad del sistema, el precio, la comodidad y seguridad, y otros factores de percepción sociocultural y psicológica.

El precio del servicio suele tener menor importancia respecto al resto de factores mencionado: si no atiende al trayecto que se necesita, si el horario no es conveniente, si el tiempo de viaje es demasiado largo en comparación con otras alternativas, si el servicio es irregular o poco fiable, o si el transporte se percibe como incómodo o inseguro, es improbable que se use el transporte público, sin que importe el precio del billete o del abono. En definitiva, normalmente la motivación del usuario no viene de lo económico que puede resultar el servicio, sino de la eficacia del mismo.

Un autobús de Logroño, en Vara de Rey con Gran Vía. Imagen de The STB en Flickr.

Fidelización del usuario

El cambio de las tarifas de Logroño es una adaptación a los sistemas actuales que incentiva la fidelización: busca que el usuario utilice el transporte con mayor frecuencia y no sólo esporádicamente. Anteriormente el bonomés tenía el coste de más de 47 billetes sencillos, y solo salía a cuenta para quien hiciera 48 trayectos al mes, o más: esto lo hacía interesante para muy pocas personas. Ahora tiene el coste de 25 billetes sencillos, por lo que será atractivo para cualquiera que use el transporte público seis veces a la semana.

Un sistema de transporte público no debe presumir por el ser el más barato, sino por dar un buen servicio y lograr aumentar su uso a costa del coche. Y un sistema bien financiado tiene más recursos para futuros proyectos y mejoras.

Mejora del tiempo de viaje

El tiempo de viaje es probablemente uno de los mayores problemas del transporte colectivo en Logroño y uno de los que mayor potencial de mejora tiene. Cuanto más corto pueda ser el tiempo de viaje, más atractivo será el autobús frente a otras alternativas, sobre todo frente al uso de coche o moto privados.

Logroño no tiene un gran problema de tráfico que afecte al tiempo de viaje de las líneas de autobuses, pero el aparcamiento ilegal (doble fila) es un problema endémico con gran afección para el transporte colectivo. Para un autobús, encontrarse un vehículo en doble fila es una pérdida de tiempo muy importante, tanto para los pasajeros que están en el autobús como para los que están esperando en las próximas paradas.

El aparcamiento ilegal en las paradas de autobús crea molestias para los pasajeros (incluso la imposibilidad de subir al autobús para personas con movilidad reducida) y crea retrasos en el tiempo de trayecto previsto. Y las esperas causadas por el cambio de carril cuando hay algún vehículo en doble fila en el trayecto también ralentizan el autobús y alargan los tiempos de viaje. El PMUS de Logroño cifra el impacto de la doble fila para el tiempo de trayecto del autobús entre el 5-10%.

Algunas actuaciones físicas en lugares puntuales, como pueden ser los carriles bus, la retirada de aparcamiento, el estrechamiento de carriles y la ampliación de las zonas de carga y descarga, podrían servir para reducir la doble fila, acompañadas de una rígida vigilancia para que estas actuaciones no caigan en saco roto.

Otro factor que aumenta el tiempo de viaje considerablemente es la forma en que los pasajeros acceden al vehículo y el método de pago. El bonobús o el bonomés se pagan con tarjeta sin contacto: solo hay que acercar la tarjeta (bonobús, bonomés o tarjeta de usuario) al lector (validadora), y el viaje está pagado. Pagando en efectivo, los tiempos de carga son mayores, sobre todo cuando el chófer debe devolver los cambios.

Cuanto menor sea el número de pasajeros que utilicen efectivo y mayor sea el número de puertas por las que se pueda acceder al vehículo, mayor será la reducción de tiempo de viaje. Incluso mejoras muy pequeñas (de uno o dos segundos por pasajero) en los tiempos de carga de pasajeros son muy significativas: hay que multiplicar ese segundo por cada pasajero que paga en efectivo y cada parada. El resultado total puede ser de varios minutos en el tiempo total de trayecto, y eso es mucho tiempo en un recorrido urbano.

En Logroño, el pago en efectivo es muy habitual, pero solo puede pagarse en efectivo cuando se accede por la puerta más cercana al chófer. Así, se forman colas en cada parada mientras van pagando los pasajeros (que acceden de uno en uno). Mientras tanto, el autobús está detenido a la espera de que suban todos los pasajeros.

Con el pago por tarjeta sin contacto, que no necesita que el conductor recoja el dinero, es posible colocar validadoras de tarjeta sin contacto (máquinas de pago) cerca del resto de puertas, y cargar pasajeros por varias puertas al mismo tiempo. La carga y el pago son mucho más rápidos, y se reduce significativamente el tiempo que el autobús pasa detenido en las paradas.

Es importante recalcar que, con el sistema actual de acceso al vehículo por una sola puerta, cuantos más pasajeros utilicen el transporte colectivo, mayor será el tiempo de detención en cada parada, alargando el tiempo total de recorrido, lo que hará el autobús menos atractivo. Este hecho puede convertirse rápidamente en un cuello de botella del sistema.

La propuesta de nuevo sistema de tarifas hace mucho más atractivo el bonobús y el bonomés, que se pagan con tarjeta sin contacto: si se logra facilitar que más personas usuarias decidan abonar el trayecto con estos sistemas, permitirán reducir los tiempos de trayecto, y así hacer más atractivo el autobús a todos los usuarios.

Pablo Urzainqui Merino es ingeniero de caminos, y reside en Noruega, donde trabaja como consultor en planificación de transporte.